Como hijos de
Dios, se nos urge a orar para nutrir nuestra fe y nuestra vida espiritual. Sin
embargo, muchos de nosotros hemos luchado con esto porque no se nos conceden
nuestras oraciones. Si perdemos la esperanza milagrosa en nuestras oraciones,
no es necesario dejar de orar, porque todavía creemos en el poder de la
invocación y el poder de las palabras. El Papa Francisco habló con los ateos de
buena voluntad que: si no oran, por favor "deseenme" algo bueno. Por
lo tanto, las oraciones, deseos, o las palabras de buenas intencionales tienen
su propio poder para cambiar nuestra vida.
En muchas culturas, la gente cree que si quieren que les vengan cosas buenas a
sus vidas, tienen que hablar de cosas positivas todo el tiempo con palabras muy
constructivas. Si alguien quiere lograr una virtud de paciencia, él o ella
tiene que decir la palabra "paciencia" y repetirla muchas veces hasta
que se logre. Ellos creen que si hablan de él, sí vendrá. Hay un modismo en
inglés que dice: "hablando del diablo” y él se manifiesta. En realidad, es
un recordatorio de que tienen que ser paciente, y ellos no tienen que quejarse.
Pensamientos sanos y palabras con una manera feliz pueden crear un buen
espíritu en sus corazones y mentes. Esta fuente de energía los fortalece
físicamente y espiritualmente para que trabajen duro con alegría y confianza
como clave de su éxito y felicidad. De la misma manera, creen que si mencionan
acerca cosas malas, se vendrán las cosas malas. Al subirse en un autobús, no
mencionan nada acerca de accidentes automovilísticos, ni siquiera pensar sobre
ello. También creen que las palabras destructivas pueden maldecir a alguien que
odian o quieren hacerles daño. El poder de las palabras puede construir o
destruir una vida. Por lo tanto, las palabras buenas, constructivas y positivas
necesitan ser dicho siempre para animar a la gente a vivir de manera positiva y
cambiar su vida.
No sólo tienen un poder singular, las palabras también tienen una resistencia
acumulada que cambia la calidad de vida de una persona. Cuando muchas personas que
dicen las mismas palabras buenas, al mismo tiempo a una persona, pueden afectar
rápidamente su vida. Por ejemplo, en un concurso de Miss Universo, cuatro
jueces dicen las mismas buenas palabras a la señorita Teresa que ella es la más
hermosa y con talento. Ella se convertirá en el Miss Universo del año. Su
calidad es su belleza y talento. Fue justo cuando Jesús dijo acerca de la
oración: "En verdad les digo que si dos de ustedes en la tierra ponen de
acuerdo sobre cualquier cosa que pidan, les será hecho por mi Padre que está en
los cielos." Cuando las personas oran juntos por la misma intención , sus
oraciones son más poderosos. Por ejemplo, rezamos por el eterno descanso del
alma de Teresa; si todos queremos hablar con Dios que Teresa era una buena
persona, que merece la misericordia de Dios, seremos testigos de Teresa en la
tierra de lo que había hecho. Creemos que Dios "confía" en nuestras
palabras (oraciones) de Teresa. Por lo tanto, las palabras resuenan también
para crear sus resultados de gran alcance. Un centenar de personas caminan
sobre un puente en diferentes tiempos y ritmos, no pasa nada al puente. Sin
embargo, si caminan juntos al mismo tiempo y en el mismo ritmo (a una
frecuencia específica), el puente se romperá por la resonancia de la fuerza.
Por lo tanto, muchas personas rezan al mismo tiempo por la misma intención, sus
oraciones son muy potentes para la resonancia del poder de las palabras. La
fuerza de las palabras pueden resonar para ser más poderosas para cambiar el
estado de nuestra vida.
En conclusión, la palabras buenas y positivas tienen su propia fuerza para
transformar la realidad de nuestra vida. Nuestras oraciones son las palabras
más bellas, alabando a Dios, dando gracias a Dios, y pidiendo la bondad, el
amor, la vida y la belleza. Deben ser palabras de gran alcance para nuestra
vida. Si estamos cansados de orar, podemos pedir un deseo o una buena
intención para nuestros hermanos y hermanas, pero nunca una palabra de
maldición, ya que destruye sus vidas.