Podemos preguntar ¿Por qué se pelean los ciegos? Hay algunas
posibilidades que porque no aceptan su límite de habilidad y conocimiento; cada
uno piensa que solo él mismo tiene razón, y su descripción del elefante es
perfecta. ¿Qué les faltan los ciegos aquí? Les faltan más sencillez y humildad,
dos virtudes muy importantes para cada persona.
En verdad, la gente sencilla y humilde puede ver a Dios
en otras personas porque acepta su límite e imperfección. Cuando acepta su
límite y fragilidad, puede reconocer la identidad humana con mucha debilidad,
sino no es dios. El mundo hoy día existe los orgullos que quieren saber todo y
controlar su vida y la vida de otros. Por ejemplo, hay las mujeres que dicen:
“El bebe en mi útero es mío; tengo derecho de guardarlo o botarlo.” Cuando
reconocemos nuestro límite, podemos aceptar el límite de otros. Esta actitud
nos anima a ver el bien en cada persona. Cuando vemos los bienes en nuestros
hermanos y hermanas, podemos ver a Dios en ellos.
En el libro de Job, Job era una persona buena y sencilla,
pero había problemas en su familia: estaba muy enfermo y sus hijos murieron. Un
día, estuvo muy triste y preguntó a Dios la pregunta "¿por qué?".
Dios planteó a Job muchas cuestiones que no sabía responder. Concluyó
diciéndole, “¡El sufrimiento es difícil de entender!", pero "¡Ten confianza en mí!”
Por eso, tengamos confianza en Dios porque Dios tiene un plan para cada uno de
nosotros.
Seguimos el ejemplo de sencillez y humildad de Jesús
cuando llegó a Jerusalén como un Rey, sino no era un Rey con las armas o se
sentó en el trono de oro. Un Rey justo y humilde que montara en un burrito. Un
Rey que viniera para morir por nuestros pecados. Cuando Jesús aceptó la muerte
como la voluntad de su Padre con un corazón sencillo y humilde, el yugo de la
muerte no era tan pesado, sino más ligero. Por eso, la gente humilde sufre
menos que los orgullos porque pueden aceptar la voluntad de Dios en su vida.
Cuando las cosas malas pasan, los orgullos, le preguntan a Dios: “¿por qué me
pasan a mí, y no a otros?” Sin embargo, los sencillos dicen, “Las cosas pueden
pasar a mis hermanos y hermanas, ¿por qué no pueden pasar a mí?” Por eso, con
esta actitud, el yugo y la cruz de Dios se vuelven más suaves y ligeros para la
gente humilde de corazón.
Estamos invitados a hacernos la gente sencilla y humilde
de corazón para ver a Dios y su voluntad en nuestra vida, y para tomar el yugo
de Dios con una manera más suave y ligera.