En 2007, en el noticiero ABCNEWS salió una noticia muy
interesante sobre una señora llamada Nola Ochs, que se graduó de la universidad
de Kansas, reconocida como la graduada más viejita del mundo. Ella tenía 95
años de edad. Comenzó a tomar las clases hace 30 años. Como vivía en el campo,
no podía tomar muchas clases por estos años. En el otoño de 2007, se mudó a la
cuidad y cumplió 30 últimas horas para que pudiera graduarse en ese año. Ella
se graduó con su nieta Alexandra Ochs de la misma universidad y el mismo día.
Las dos graduadas con la distancia de tres generaciones estaban muy alegres y
felices de haber recibido sus títulos en el mismo escenario. Hoy día celebramos
la graduación en nuestra Parroquia San José de Raranga, ¿hay alguien aquí que
tenga 95 años de edad y va a graduarse?
¿Qué nos dice la imagen de la graduación de la señora de
95 años de edad? Tal vez, el mensaje más claro y poderoso en ella es un corazón
lleno del amor y la pasión para el estudio y la educación. Como el ejemplo de
ella, ustedes, los jóvenes deben aprovechar cualquier oportunidad para
estudiar, pero no deben esperarse hasta la edad de 95 años como la Señora Nola
Ochs. En la alegría y felicidad de la celebración de la graduación, den gracias
a Dios por la oportunidad de educación en nuestra parroquia San José de Raranga
por todas las bendiciones de Dios, todo el apoyo de nuestras familias y
profesores.
Gracias por nuestras familias que nos ayudaron
materialmente y espiritualmente. Especialmente los padres que nos prepararon un
buen equipaje para nuestro futuro. Ustedes todavía tienen una buena suerte que
sus padres trabajan duro para apoyarles en la escuela. Saben que en muchos
países en Asia y África, los niños no pueden a ir a la escuela porque no tienen
las cosas básicas para sobrevivir como la comida, ropa y casa. Afortunadamente,
ustedes todavía tienen muchas papas, motes, y cuyes para comer cada día. ¡Qué
rica comida! Gracias a Dios por los profesores que tienen mucha paciencia para
acompañarlos en cada clase hasta hoy día. Nos han enseñado no solo el
conocimiento, sino la moralidad para hacerlos buena gente a la familia,
comunidad, y el mundo. Sin ellos, no podemos celebrar la graduación hoy día.
Además, gracias a Dios por la salud y sabiduría de 12 años. Sin salud y
sabiduría, ¿podemos estudiar? No. Por eso, todos estos son regalos de Dios para
ustedes. Por nuestras familias y profesores, Dios está presente con nosotros y
nos acompaña en nuestra vida. Como diplomados hoy día, no podemos olvidarnos de
dar gracias por la presencia de Dios, su guía y protección. Por eso, nuestra
celebración de graduación es la alegría y felicidad en la presencia y bendición
de Dios. Es como el gozo de los Israelitas cuando dice el Señor que se queda
con ellos: “canta de gozo y regocíjate, Jerusalén, pues vengo a vivir en medio
te ti.”
Deben amar el
estudio porque les ayuda a descubrir los valores de Dios y de la vida. Con la
educación, nuestros ojos pueden ver aún más lejos. Nuestra imaginación será más
rica y llena de colores de la vida. Nuestro conocimiento será más amplio y
profundo. Sin educación, somos como las ranas en la parte inferior del pozo,
mirando el cielo diciendo: el cielo está igual la tapa de la olla. Con
educación, somos como las ranas fuera de su pozo, diciendo: el cielo es muy
grande y no tiene el horizonte. Por eso, la educación nos da un corazón abierto
para aceptar la diferencia y recibir cosas nuevas con el respeto y la humildad.
Un graduado le pregunta a su hermana pequeñita: ¿1 más 1 igual cuánto? Responde
ella, 11. Su hermano abre sus ojos grandes, ¿cómo? Explica ella, uno es nuestro
papi más uno es nuestra mami igual nosotros somos 11. ¿Podemos aceptar la
respuesta de la niña? ¿Es lógica? Por eso, la educación no solo nos da un
resultado fijo, sino nos cambia en una persona más flexible y más
tolerante.
Dios nos concede la oportunidad de educación como una
caña de pesca. Vamos a usarla para pescar muchos peces de amor, amistad, paz,
perdón y justicia para que podamos alabar a Dios y expandir su Reino. Ahorita
como graduados con un buen equipaje, podemos comenzar a hacer buenas obras
según la voluntad del Padre, la llamada de hacernos hermanos de Jesús. Dice
Jesús: “Todo el que cumple la voluntad del Padre, que está en los cielos, ese
es mi hermano y hermana.”
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