Monday, March 24, 2014

¡DOBLE VIDA!



Vivir en un mundo donde hay doble vida, el ideal es que la vida material es para beneficiar la vida espiritual y viceversa. Necesitamos comer y cuidar nuestro cuerpo para sentirnos bien, amar a Dios y servir a su pueblo. Apoyamos a la familia y educamos a los hijos para mejorar la sociedad e iglesia. Celebramos la vida en diferentes formas para alabar la obra de Dios. Al mismo tiempo, nutrimos la vida espiritual en relación con incidencias diarias para encontrarnos con Dios en los demás. Hablamos con Dios sobre nuestras necesidades y nuestros problemas para encontrar la paz en nuestro corazón. Cuando compartimos el pan y vino en la eucaristía, hacemos sacrificios para Dios y compartimos el amor con nuestros hermanos.
 
Necesitamos obtener un equilibrio en la vida donde le damos mayor importancia a lo material. Si pasamos mucho tiempo en la vida material y tratamos de conseguir todas las cosas de este mundo, estamos muy cansados y nunca nos sentimos satisfechos. Cuando fallezcamos, no podremos llevar nada con nosotros. En realidad debemos preocuparnos por nuestra vida espiritual. Por eso, en el tiempo de la Cuaresma, estamos invitados a pasar más tiempo en la vida espiritual para encontrarnos con Dios frecuentemente y meditar en Dios en una manera más profunda.


 San Mateo describe que Jesús tomó consigo a sus discípulos a un monte. Los discípulos entraron en el mundo espiritual muy profundo. Ellos podían ver a Jesús en la imagen de Dios con la luz brillante y gran gloria cuando Jesús se transfiguró.  Ellos estaban llenos de un gran temor, pero estaban muy felices muy cómodos. Estaban en estado de éxtasis. Querían quedarse en ese estado como siempre. Mientras disfrutaban del momento de éxtasis, Jesús se acercó y los tocó. Ellos se levantaron, y no vieron a nadie más que Jesús. ¿Qué pasó? 



Esta situación parece la situación de un hombre que tiene mucha hambre, soñando entrar a un lugar con mucha comida. Va a poner la comida en su boca, de pronto alguien lo despierta. Parece la situación de un chico que está soñando estar con su novia en un lugar muy romántico.  Va a darle un beso lindo, entonces de pronto alguien lo despierta. De mismo modo, los discípulos no querían salir de estado de felicidad con Dios. En verdad, ellos sumergieron en el mundo espiritual pero con el deseo corporal del mundo material que no querían salir de estado de comodidad. Tenían que regresar a la vida real  para continuar su misión en la tierra con desafíos y dificultades.

Cuando disfrutamos de cosas materiales como el dinero, poder, y estado social, no queremos salir de este mundo. No queremos entrar el mundo espiritual con sacrificios, humildad, y pobreza. Como cristianos, necesitamos salir de la vida de comodidad para entrar el desierto con Jesús donde confrontamos tentaciones, desafíos y sacrificios. Todavía presenciamos en el mundo material pero con el deseo de obtener la santidad. Cuando escuchó a Dios, Abrahán salió de su lugar, su familia, parientes, amigos, vecinos, y todas sus pertenencias.

¿Cuál es nuestra zona de comodidad? ¿Podemos dejar nuestras pertenencias materiales para obtener un esfuerzo espiritual?